viernes, 5 de diciembre de 2014


El espíritu de la colmena



El espíritu de la colmena, de Víctor Erice, se ambienta en los primeros años de la posguerra en un pequeño pueblo castellano. Ana e Isabel, hermanas, quedan impresionadas tras ver Frankestein, de James Whale. Sin embargo, la curiosidad de Ana hacia el monstruo y la muerte le llevan a buscarlo y convocarlo, y con frecuencia, acude a un granero donde cree vagar el espíritu. Un día, un fugitivo se refugia en él y pronto hace buenas migas con Ana, pero al ser descubierto lo fusilan y Ana escapa y encuentra al monstruo de Frankestein en una alucinación. Cuando ésta es hallada, vuelve a su hogar pero seguirá buscando e invocando al monstruo. 

El simbolismo y el entramado metafórico oculto en la película (expresión de la censura vigente en España en aquel momento), así como otros aspectos formales, la convierten en una de las más bellas del cine español del siglo XX. Como cita Erwin Panofsky "Iconografía es la rama de la Historia del Arte que se ocupa del contenido temático o significado de las obras de arte, en cuanto algo distinto de su forma", y de ahí parte el siguiente análisis, en este caso basado en el cine, para descifrar el valor simbólico de la película. 

El film se apoya en un primer proyecto sobre el monstruo de Frankestein (obsesión infantil de Elías Querejeta, productor de la película) y se ambientaba en los setenta, protagonizada por una mujer que recibe un telegrama avisándole de la muerte de su padre. Ésta toma un tren al pueblo para ver al padre y quizá arreglar el pasado. Cuatro semanas antes, Erice y Fernández Santos deciden cambiar el espacio y tiempo del film, así como la edad de la protagonista, buscando un punto de vista más infantil e inocente. Así, el viaje de reencuentro entre la protagonista y su padre es un itinerario trasladado al espectador, a la generación de niños de los cuarenta que descubrieron el cine en una proyección pública y no en la televisión como ocurre en nuestros días. 

El primer vínculo entre Ana y el monstruo se produce en la proyección cinematográfica, un momento vital para una niña de 6 años, capaz de asimilar las imágenes como realidad y no como ficción. Hay una identificación de los niños de la posguerra española (generación de Erice) con "los hijos del cinematógrafo". Víctor Erice nos hace entender así el cine como una forma de conocimiento. 

Haciendo referencia al título, la casa se tiñe de color miel, iluminada por vidrieras de celdas hexagonales semejante al de una colmena. La familia consume su tiempo en la abejera, atrapadas en el tiempo y el silencio. También hace alegoría a la situación política en la España de Franco. En la colmena, el individuo sacrifica su vida por la reina y es valorado únicamente por su labor como obrero, expulsados a quienes no cumplan las normas de adaptación y no favorezcan su parte a la colectividad. Así, Fernando, el padre de Ana, es un ser marginal obligado a vivir en el silencio. 

Los padres de Ana, suponen para ella un vacío, apenas son sombras en la casa, como vivieron en su infancia Fernández Santos y Erice durante la posguerra. Para los padres, la experiencia de la guerra ha supuesto una ausencia de los mismos. 

Aunque la existencia de la censura franquista supuso un problema para los cineastas, Erice consiguió hacer de la metáfora un modo de expresión discreto para el censor que mostraba al espectador todas aquellas deficiencias brutales del franquismo. 

En el siguiente link podemos ver un interesante extracto del documental de Elías Querejeta, productor de la película, sobre El espíritu de la colmena: https://www.youtube.com/watch?v=y0rMaDSw0wY 

viernes, 31 de octubre de 2014

El cronotopo

El ser humano vive y convive en sociedad desde su origen, sin embargo, no todos
compartimos la misma lengua, el mismo estatus ni los mismos derechos. Entonces, ¿es
posible que el ser humano comparta un mismo marco de sentido?

Aquí es donde me cuestiono el cronotopo de algunas situaciones sociales como la que expondré a continuación, pero primero voy a explicar en qué consiste.

El cronotopo, término por Ijail Bajtín, figura fundamental de la lingüística, proviene de dos términos griegos: kronos, que quiere decir tiempo, y topos, que se refiere a lugar. Así pues, el cronotopo es una relación entre tiempo y espacio, ambos no existen por separado sino que dependen el uno del otro. Bajtín cree que el cronotopo es fundamental para entender una obra porque así se comprenden las relaciones espacio-temporales que se encuentran latentes en dicha obra.

Hace poco leí una entrevista hacia un grupo feminista conocido por “Gitanas Feministas por la Diversidad” de la cual he sacado un cronotopo como ejemplo. La entrevista la podemos encontrar aquí:


http://www.pikaramagazine.com/2014/10/las-gitanas-feministas-nos-estamos-organizando-paradejar-
de-ser-islas/

Así se encabeza la entrevista publicada en Pikara Magazine:

Reclaman libertad para poder decidir si casarse y tener hijos o no. Defienden la libertad
sexual y la corresponsabilidad para que las mujeres se quiten la pesada mochila que
implica asumir solas el cuidado de las familias. Les preocupa especialmente la situación
de las viudas y de las inmigrantes rumanas. ‘Gitanas Feministas por la Diversidad’ nos
explican las bases de su propuesta, que definen como rebelde, intuitiva y en
construcción. De las feministas payas esperan complicidad y apoyo, en ningún caso
tutela”.


En un fragmento, la entrevistadora les comenta que una amiga no entiende como una se puede reivindicar feminista y aun así defender una institución muy patriarcal como lo es el pueblo gitano, a lo que responden:

Carmen: Grábalo: soy gitana, estoy orgullosa y soy feminista. Soy feminista porque creo
que gitanos y gitanas son iguales y tienen que tener los mismo derechos y libertades. Soy
feminista porque lucho por eso.
Eva: En esos comentarios se cuela una superioridad por ser blanca. Pensar que no hay
más camino que el suyo.
Ana: Por esa regla de tres, ¿las negras tampoco pueden ser feministas y estar orgullosas
de ser negras?
Carmen: Por estas cosas, me siento más cerca de la comunidad inmigrante. Se crea un
vínculo porque sufrimos lo mismo. Me siento más entendida por una negra que por una
blanca.


En este caso podemos ver como Ana y Carmen establecen un cronotopo entre gitanas y negras. Se sienten identificadas porque también forman parte de una minoría, porque ambas han sido rechazadas por la sociedad en algún momento, aunque no compartan un mismo tiempo ni espacio. Se crean un vínculo entre ellas porque las dos culturas comparten un marco de sentido, en este caso el sufrimiento y rechazo, y es algo que para ellas, la raza blanca no podría entender.

sábado, 18 de octubre de 2014

La mitología en el lenguaje


Cuando hablamos de mitos en la siguiente publicación no nos referimos a aquellas narraciones fantásticas que explican el origen o grandes acontecimientos del universo. Para Roland Barthes, semiólogo, filósofo y escritor, la mitología en la actualidad se refiere al sistema de comunicación, al habla.

A continuación explicaré el mito de Barthes en el lenguaje en cuyo ensayo  “Mitologías” me he documentado:


Puesto que la mitología es el habla, podemos deducir que toda materia puede ser mito, pues el universo es infinitamente sugestivo. Sin embargo, el mito no se define por su materia, pues no surge de la naturaleza, sino que es el ser humano el que dota a la materia de significación. El mito, pues, no se define por el objetivo del habla en sí, sino por la forma que le otorgamos a la materia en el acto de la comunicación.

La mitología forma parte de la semiología, ciencia que estudia las significaciones y formas, independientemente del contenido del mensaje, según postula Saussure, padre de la lingüística estructural del siglo XX. Dicha ciencia establece una relación entre el significante y lo significado, aportando 3 términos diferentes.


1 1. Significante                                              2. Significado
            
                                             3. Signo


Pongamos un ejemplo: Una niña tiene un peluche (significante), con el que juega a diario (significado) por lo que lo considera su amigo (signo). Digamos entonces que la relación entre los  dos términos dota de sentido a la materia. Un peluche cualquiera, para esta niña, es el amigo que no es para otro niño.

El mito, así, nace de éste esquema semiológico, constituyendo un sistema semiológico segundo y que considera el signo del primer sistema como significante del segundo, como podemos ver reflejado en el siguiente esquema encontrado aquí: www.victordelrio.es/blog_docente/?p=174 y en cuyos paréntesis se aclara la nomenclatura que Barthes dota a los segundos términos para no conducir a confusiones.




Para ilustrar el esquema pondré un ejemplo basado en la canción Another brick in the Wall de Pink Floyd.




Todos los elementos que integran la canción como la letra y el ritmo (significante) nos hablan sobre un tema en concreto: la educación (significado). El resultado es una crítica a la educación sistemática (sentido, forma), retratando la dura disciplina escolar inglesa de mediados del siglo XX.  Lo único que preocupa al profesor es que su alumno adquiera un conocimiento homogéneo y uniforme. Solo se preocupan por los resultados y no por su desarrollo.  (concepto). Como resultado, el alumno no se autorrealiza ni desarrolla su creatividad, solo se ve como un zombie manufacturado, moldeado por el sistema (significación).


En conclusión, Barthes nos muestra que cualquier materia puede ser mito cuando se establece un sistema de comunicación entre el humano y el objeto. El objeto en sí no tiene sentido hasta que el hombre le otorga la forma, una significación, que por naturaleza no incluye.


Ariadna Such Franco

sábado, 4 de octubre de 2014

Las palabras no se las lleva el viento



Palabra: "Unidad léxica constituida por un sonido o conjunto de sonidos articulados que tienen un significado fijo y una categoría gramatical."

Todos conocemos el significado de la 'palabra', pero ¿somos conscientes del poder de la misma?

La palabra es la herramienta más poderosa que posee el ser humano, divina y maldita, la palabra es capaz de crear y destruir al mismo tiempo.

La palabra es un arma poderosa que puede adoctrinar y mover ejércitos, que pueden crear el caos y la destrucción (bien recordamos los efectos de la palabra de Adolf Hitler y sus tristes consecuencias). Las palabras hieren más que los golpes porque llegan a donde estos no son capaces de hacerlo. Los golpes se curan y se olvidan pero las palabras permanecen.

Pero, al contrario, las palabras también pueden provocar el bien. De la misma manera que puede empujar al mal, la palabra es capaz de acariciar el alma. Una palabra alegre alivia el dolor. Igual que enardece, calma; igual que subleva, apacigua; igual que condena, salva.

Las palabras, busquen el bien o el mal, siempre dejan marca y pueden influir positiva o negativamente. Es por eso que las palabras se deben escoger con cuidado, deben pensarse bien antes de hablar si queremos evitar muchas situaciones indeseables. Los pensamientos conllevan palabras, y las palabras conllevan acciones.

Una palabra, pues, es la manifestación de nuestro mundo interior y de nosotros depende que se utilice correcta o incorrectamente, tanto para uno mismo como para los demás. Ellas tienen el poder que tú les quieras dar.



Ariadna.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Inanna, sacerdotisa de los cielos





Y así es como interpreta el artista a Inanna, la diosa sumeria, conocida como Ishtar desde la dominación acadia, protectora de Uruk, encarnación de la naturaleza, reina del cielo y de la tierra, diosa del amor, de la guerra y de la fertilidad, o conocida en la Antigua Grecia como Afrodita.
La obra pertenece al ilustrador español Luis Royo, natural de Teruel, conocido por sus pinturas sensuales y apocalípticas, donde sus principales personajes son mujeres y monstruos, mostrándonos en la mayoríade sus obras claros contrastes entre la belleza y el horror. Curiosamente este artista comenzó como diseñador de interiores, dando el salto al mundo de la ilustración donde desarrollo su verdadera pasión.

En la imagen podemos observar a una joven armada, con el torso desnudo y sentada con la mirada perdida,con una expresión fría y calculadora, como si regresase de una dura batalla o esperase con ansia a su enemigo. Los colores que predominan son frios, negros y grises que hacen resaltar el rojo de la sangre, una gama característica en la mayoría de sus obras y que sirve de fondo al dramatismo que las envuelve. Además, gracias a la técnica del aerógrafo, Luis consigue darle una gran textura y volumen dotando a sus pinturas de un gran realismo, como si de fotografías se tratasen.

Lo que me ha hecho decantarme por esta obra, y en general por este gran artista del siglo XXI es el tono épico e intimista de sus obras así como el profundo conocimiento de la anatomía humana, sobre todo femenina, que demuestra. Consigue dotar a un mundo decadente y oscuro, una belleza inusual cuyo principal protagonista es el desnudo, tal y como vienen plasmando los artistas desde hace siglos, representando a la fémina como una diosa o "Venus", glorificando el cuerpo de la mujer que entonces hacía referencia a algún personaje de la historia o la mitología. 











Ariadna Marta Such Franco